Lo que sigue a continuación es demasiado irrelevante. Quedan advertidos.
Hoy sentí algo curioso en el trabajo.
Durante toda la madrugada, en la previa del trabajo, use el (ya clásico) gorro de lana que amo con todo mi ser. Tanto lo use y tanto frío tuve que estando sentado frente al monitor podía jurar que seguía teniendo el gorro. El resguardo del gorro nunca me abandona. Por eso nos complementamos tanto.
En una noticia relacionada, el uso excesivo de gorro puede provocar que tu pelo quede tan planchado al punto que podrías pasar por floguer. Se agrava al colocarse el gorro al salir de la ducha. Yo se de lo que te hablo.
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