La vieja señora dueña de la pensión me dice "Santiago" cada vez que me ve.
"Santiago" como mi hermano, quien ya vivió acá y la vieja señora recuerda muy bien.
Ya me lo dijo tantas veces y pasó tanto tiempo que ya superamos el límite donde era aceptable corregirla.
Ahora voy a tener que vivir sabiendo que para una vieja señora soy y seré "Santiago".
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