miércoles, 20 de julio de 2011

Ir a la peluquería

Creo que jamás pero jamás le voy a poder expresar a un peluquero en palabras lo que quiero que me haga.
De hecho siempre lo intento y salgo con un corte que no varía demasiado del que uso siempre.
Hoy el peluquero entendió para la mierda. Me asesinó. No lo mencionen cuando me vean porque YA LO SÉ.

Lo que me parece copado de ir a cortarme el pelo es que puedo ir viendo cómo evoluciona mi calvicie.
Evolucionó mucho desde la última vez.

Pero bueno, hay que darle crédito al chabón por la buena onda también.
Me preguntó si quería que me enjuague el pelo. Pensé que sí porque si estoy pagando, mejor sacarle todo lo que pueda. Me dijo que solo tenía agua fría porque se le había roto el calefón. Me acosté en la cosa esa para enjuagarse el pelo con el culo fruncido esperando helarme. Era el agua más calentita que me podría haber pasado por la cabeza. Que genial sensación cuando alguien te lava la cabeza y estás acostado.

Analizaremos la respuesta de la gente durante estos días y sino habrá que recurrir a la vieja y conocida rapada.

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