martes, 22 de marzo de 2011

Día de loco (yo)

Mejor que escriba todo esto antes de que sea más tarde, me olvide de algunos detalles y no pueda relatarlo de una manera que me deje satisfecho.

Todo comenzó el domingo a la noche. Esa noche fui a comer pizza a lo de mis tíos en el atractivo barrio de Palermo. Sabía que al otro día iba a tener que "madrugar" así que ya iba amasando la idea de no dormir esa noche para poder aprovechar el lunes de buena manera.
Dos colectivos de vuelta hasta lo del Pela para encontrarme con él y el "Tano" Crivelli.
Nos separamos temprano y yo volví a mis aposentos pensionísticos donde tuve que empezar a sacar cosas de la galera para no dormirme: MSN, vaguear por la World Wide Web, capítulo de Cosmos, DOS de The Big Bang Theory, estar mucho tiempo al pedo, filosofar, DOS HORAS de Age Of Empires y otras cosas que ya ni me acuerdo porque el insomio borró un porcentaje de mi memoria.
Tenía que bañarme para despertarme y desayunar para no arrancar la odisea con el estómago vacío. Comprar leche a las 8 de la mañana no tan fácil como suena, I'm telling ya...

Aproximadamente a las 9 de la mañana llené mi mochila con provisiones, me cambié y me dispuse a salir. Avenida Juan B. Justo y Nazca. Ese fue mi starting point. Mi itinerario decía que tenía que caminar hasta Corrientes para sumergirme en el underground/subway (Subte, para la gente bonita) y continuar con mi aventura urbana.
Caminando por la avenida y luego por la bonita Tres Arroyos, gente baldeando la vereda, gente saliendo hacia el colegio o a su lugar de trabajo. Otro mundo es éste de las mañanas.
Según la "confiable" web del Gobierno de la Ciudad caminé 4045m (lease unas 40 cuadras) hasta Corrientes y Malabia donde me encontré con el maestro de la vida E. Firszt porque habíamos coordinado esto durante mi caminata.
Descendimos hacia el subterraneo y nos adentramos en el gusano de metal con ruedas. Un tren ABARROTADO (siempre quise usar la palabra) de gente, todos los personajes que uno se pueda imaginar. Incluso tuvimos una charla con un hombre de la tercera edad a cerca de Carl Sagan y Cosmos. ¿Quién lo habría imaginado? Dos jóvenes en el amanecer de sus vidas intercambiando opiniones con un anciano sobre un mismo tema.
Nos separamos en pleno centro donde mi compañero fugaz de aventura se quedó a trabajar. Mi recorrido recién comenzaba.
Di señales de vida mediante teléfono a la Ciudad de Salta y siguió mi caminata hasta el paqueto Puerto Madero. Allí apoyé mis cosas en el suelo, liberé a mis pies de mis amadas Vans y pude recostarme en el verde pasto por un buen rato mientras veía como filmaban en la esquina una tira o película (quien te dice que aparezco en el fondo de algo tipo Los Únicos...)
Un bebedero me dio algo de agua para calmar mi garganta y volví a cruzar los diques para retornar al mundo real donde reina el caos.
En este punto tuve que improvisar. ¿Para dónde iba? ¿Qué podía hacer? Eran las 11 y no tenía destino. Decidí caminar por Defensa hasta el pintoresco San Telmo. Un San Telmo atestado de turistas, jovenes y mucha historia. Recorrí un viejo mercado que, según su fachada, data de 1897.
La panza empezaba a requerir alimento por lo que encaré para el centro de la ciudad para buscar un lugar donde pudiera tranquilizarla. Todo un dilema esto de la comida cuando uno tiene solo unos $20 en la billetera. ¿McDonald's? ¿Darle una oportunidad a Subway? ¿Meterme en algún lugar desconocido y pedir un plato llenador y barato? Se me vino una imagen a la cabeza y terminé decidiendome por el ampliamente publicitado Combo Cheddar de El Rey de la Hamburgesa. Al llegar a la entrada me encuentro con un guardia de seguridad que mantenía la puerta cerrada. En el interior del lugar todos los empleados se abarrotaban tras las cajas y un fotógrafo tomaba postales del lugar. Cuando finalmente se nos permitió el paso a mi y a la gente que se agolpaba afuera todo el local nos recibió con aplausos. "Esto es una bienvenida!", pensé. Aparentemente estaban reinaugurando esa sucursal. Puedo decirles que el barato combo es una buena medida para un almuerzo pero que definitivamente me habría comido otro.
El día recién iba por la mitad pero para mi el tiempo ya no significaba demasiado como se imaginaran. Mientras tanto, yo seguía y seguía caminando.
Tan pasado de rosca estaba que ni cansancio sentía asi que agarré una diagonal y llegué hasta el Obelisco que tan desapercibido pasa ya... Transitando la avenida más ancha del mundo pude ver el escenario donde se presentará Placido Domingo gratuitamente. No me importó demasiado pero no está de más nombrarlo acá.
Como sabía que tenía postre en mi mochila, decidí buscar un buen lugar para descansar las piernas y pelarme una manzana verde. La avenida Córdoba me depositó en la plaza que une las facultades de Cs. Económicas y Medicina. Demasiado calor tenía pero mi estómago ya estaba tranquilo. A la hora de dejarla no me olvidé de contar las estatuas que adornan el frente del sitio de estudios de los galenos: son 6.
Mi cerebro ya empezaba a fallarme, seguía caminando y no sabía muy bien por dónde andaba. Escuchando la radio vi pasar un 109 y por alguna razón me acorde de que el 106 me dejaba cerca y pasaba por ahí.
Subí con mis auriculares siempre puestos y logré pronunciar "hasta Nazca y Gaona". Las únicas 4 palabras que articulé desde que pedí mi comida. El asiento del fondo se hizo esperar un buen rato, pero cuando mi baja espalda se amoldó en él supe que todo esto estaba llegando de a poco a su fin y mis ojos se cerraron.
Parece mentira como funciona el cuerpo, pero abrí mis oclayos justo cuando tenía que bajarme. Los pies ya me dolían mucho y el calor molestaba demasiado.
Cuando puse la llave y llegue a mi destino supe que había aprovechado demasiado bien mi día. Y todavía no terminaba.
Ni bien me conecté me ofrecieron seguir haciendo cosas y acepté sin dudarlo. No iba a dejar que el día terminé así nomas a las 4 de la tarde.
La noche iba a estar marcada por la proyección de cortos en un cine vecino del Congreso junto con Mati, El Dolape y otros conocidos que se hicieron presentes.
De más esta decir que al volver lo único que pude hacer fue cocinarme la cena y morir desmayado en la cama para despertarme hoy después (bastante) del mediodía.
Me gusta creer que en cierta forma haberme puesto las pilas para hacer algo así ayer repercutió en las noticias del laburo que tuve hoy.

No tengo idea por qué decidí escribir tanto de un 21 de marzo que podría haber sido como cualquier otro. Pero al fin y al cabo tampoco tengo idea de por qué escribo todo lo que escribo.
Si leiste tooodo esto, te lo agradezco. Me alegro que alguien haya tenido la voluntad, yo creo que no la tendría.
Pero la vida sigue, ahora tengo que cenar y no tengo idea qué. Algún lujito me puedo dar hoy no?

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