La noche de anoche fue, por algún motivo que desconozco, distinta.
Salí de trabajar, me subí a la bici y me encontre con Mati y Lucho. El primero estaba pasando música en un bar donde también tocaba una banda. Nos tomamos una Heineken, la más cara de mi vida.
Fue una de esas noches donde las coincidencias reinan y esto ya no es nada nuevo. No les pasa que últimamente hay muchas coincidencias? En fin, esa es otra historia.
En el trayecto con la bici hasta Villa del Parque ya vi 2 o 3 patrulleros.
Una vez en el bar, arrancó la banda y con Lucho pensamos primero que nada en que ahí podría tocar Richard & The Ricos Momentos. A partir de ahi no dejamos de flashear con eso, cómo sería, toda la logística y otras cosas. Coincidencia aparte, hace unos días vengo pensando en comprarme un pedal y el bajista de la banda tenía uno similar.
Los patrulleros seguían rondando esa manzana y pararon en la otra cuadra, calculo que para frenar conductores desprevenidos.
Mientras la banda tocaba también vinieron Juanchi, El Frasco y Agus que luego de una vuelta volvieron acompañados de un personaje de las calles con el cual (por suerte) no interactué y no sé cuáles eran sus intenciones...
Una vez terminado el repertorio de Rooft, intercambiamos unas palabras con el cantante para analizar la posibilidad de tocar ahí y algo puede llegar a salir.
Ahora sí, esta historia recién empieza. Me fui caminando con Lucho hasta su casa donde nos separamos y emprendí el retorno en bici a la Intocueva escuchando Go Neko! a un volumen considerable. Me crucé con un patrullero.
De repente, en una esquina de Nazca se activa el bajonator y freno a comprarme un cono de papas en una esquina-vende-patys que muchas veces me sirvio de almuerzo, cena y hasta almuerzo y merienda todo en uno. Apenas entré ya note que había algo raro en el ambiente.
Digamos que el local estaba dividido en dos facciones. Por un lado: los del barrio (vamos a llamarlos "Los Fisura" a partir de ahora. Eran 3.) y por otro lado, los peruanos; eran 5.
Aparentemente, antes de mi llegada ya se habían estado bardeando porque seguía habiendo comentarios por lo bajo por parte de los dos bandos. Yo parado en el medio esperando mi cono.
Lo que pude averiguar de cada bando:
LOS FISURAS - Aparentemente eran de la barra de Argentinos Jrs. Parecían estar "pasados". Según el "cabecilla", ellos manejaban el barrio. Este mismo lider se jactaba de ganar mucha plata y de mandar a su hijo a un colegio que salía 5000 mangos por mes, "más caro que el Claret". El más pasado de todos no paraba de contar historias de trefulcas (que linda palabra!) en boliches.
LOS PERUANOS - Supe que eran peruanos por los comentarios de "los fisuras". Todos parecían estar un poco asustados e intimidados por el otro bando, excepto uno que no paraba de comentarle a otro por lo bajo lo malo de que fuesen tratados así.
Era más que claro desde mi punto de vista que los muchachos solo estaba comiendo un paty y tomando una birra en la esquina y los fisuras no tuvieron mejor idea que molestarlos, deporte en el que son campeones mundiales.
Llegó el momento en que uno de los del bando perjudicado (aunque eran mayoría numérica) se paró al baño. "Acá se pudre todo", pensé. Salió del baño y en un intento de chiste el más fisura de los fisuras hizo como que lo empujaba a lo que el peruano solo respondió mirándolo. Luego de que volvió a su asiento con sus compañeros, el "CAPO del barrio" que gana mucha plata y manda a su hijo a un colegio de $5000 por mes se levanto y fue a hablarle y pedirle un cigarrillo. Para qué? Todos ya sabíamos que esto iba a terminar a las piñas.
No sé exactamente cómo pasó, pero de un segundo para otro volaban piñas. Me alejé de la situación pero me quedé de testigo curioso. El CAPO del barrio rompió una botella de cerveza contra la vereda y ya tenía su arma. Voló una mesa. Voló una silla plegable. Vi puños impactar con mejillas. Muchos gritos. Yo ya sabía que no iba a tener cono de papas.
Luego de uno o dos minutos apareció uno, luego dos y luego un tercer patrullero. Seguro que quedó en la nada y los fisuras seguirán "manejando el barrio" y los peruanos se volverán a sus casas derrotados. Funciona así la cosa, no?
Cuando vi que todo ya se había calmado decidí seguir con mi viaje a casa. Pasé por la comisaría y vi unos patrulleros estacionados afuera.
Cuando estaba cruzando Juan B. Justo frené en el semaforo y al lado mío alguien había vomitado.
Una cuadra más adelante vi una paloma que no podía volar y que, extrañamente, ni se movió ante mi presencia. Me dio algo de pena.
Finalmente llegué a casa. Por suerte tenía Doritos y jugo frío.
Me fui a dormir como un campeón.
Nunca vi tantos autos de policía en una noche.